Rabia y desolación. Incomprensión. Condena. Lugares comunes que siento como propios, en carne viva. Pero viendo Le Monde pienso que hoy, en los editoriales y columnas de la prensa gala, hay mucha reiteración. Supongo que es inevitable. Junto a una caricatura de Plantu que escribe con letras de sangre su amor por Charlie Hebdo, se nos repite que el atentado es un ataque a la libertad de prensa, y por tanto, a los valores base de la sociedad. Valores innegociables.
Era necesario decirlo. Pero importa más la marea de fondo. El ruido casi imperceptible. A bajo volumen. Pero que sube suavemente a medida que pasa el tiempo. Y un día, aunque ya no se oiga más que ruido, no lo escuchamos, porque nos hemos acostumbrado a él. Ya saben, el viejo ejemplo de la rana sumergida en agua que no se da cuenta de que se está cociendo mientras la temperatura suba muy lentamente.
¿Cuál es el ruido de fondo en esta ocasión?
La lucha entre el Yin y el Yang en el alma francesa. Hoy la representan a mi manera de ver dos artículos. El primero lo firma en Le Figaro Alexis Brézet, y ojo al contenido. El título no engaña a nadie: “Cuando la guerra llega, hay que ganarla “ Este es el Yin.
Vamos con un resumen del texto : ”Es una guerra, una verdadera guerra, llevada a cabo no por soldados, sino por asesinos del mundo de las sombras, asesinos metódicos organizados cuyo salvajismo hiela la sangre. La guerra ha matado ayer en pleno París. Esta guerra, durante mucho tiempo no hemos querido verla. Ocurría lejos de nosotros ¿no es así? En los confines de Nigeria, Irak, Libia”.
“Los pájaros de mal agüero eran descalificados… los signos minimizados… Desde ayer los eufemismos no están de moda : es una guerra, una verdadera guerra la que nos han declarado : la del fanatismo islamista contra occidente, Europa y los valores de la democracia… Contra estos, debemos golpear. Sin debilidades, sin pusilanimidad… cuando la guerra está ahí, hay que ganarla“.
La otra cara de la moneda, el Yang, nos la presenta el filósofo Abdennour Bidar en Liberation : “Es nuestro 11 de septiembre, pero no hay que caer en la trampa. El riesgo es que el odio de algunos locos desate un odio generalizado… Un escenario maldito…no les hagamos el regalo de dejar que la bestia inmunda que les ha esclavizado nos lleve a nosotros… ¿Seremos suficientes los que guardemos este discernimiento lúcido? Es el momento histórico designado para probar que somos demasiado fuertes como para que los obscurantistas desvíen nuestro rumbo…Es ahora cuando nos jugamos el futuro. Si cedemos al pánico, a la tentación del odio, la extrema derecha va a alcanzar cotas electorales tremendas “.
Frente a estas dos posturas, el Presidente francés François Hollande me pareció más bien minúsculo en su discurso a la nación. Las palabras eran todas correctas. Tanto que me recordaron al editorial de Le Monde. Pero lo dijo todo sin esa carga de emoción que en los momentos difíciles quedan en la memoria colectiva. Y al final, eso es lo que en nuestro tiempo marca la diferencia entre unos líderes y otros. Sobre todo en situaciones como ésta donde todos, incluidos los enemigos políticos, están dispuestos a dejarse liderar.
Frente al «cobarde atentado, la mejor arma es la unidad» dijo. Pero lo dijo en el mismo tono que el resto.
«¿Esta unión nacional incluye al Frente Nacional?» respondió casi instantáneamente Jean-Marie Le Pen.
(Mi crónica sobre éste asunto, haciendo click aquí, en Onda Cero con Carlos Herrera. A los 16 minutos, 16 segundos en el segundo bloque, «Parte 2»).