El hombre creciente

Hoy me he levantado con la noticia de que Amadeu Altafaj ha sido nombrado Representante de la Generalitat ante la UE. Un puesto que completa un poco más el dibujo de una evolución, la suya, que no cesa. Como nos conocemos desde que actuaba de periodista malabarista aquí en Bruselas –es decir, de periodista con varios medios a la vez- puedo arriesgarme a decir que el gobierno de Artur Mas ha apuntado fino ésta vez. Diana.

Son varias las anécdotas que me vienen a la mente que me hacen decir esto. La primera, y no la menor, su tenacidad. Casado con una holandesa, aunque hablaba con ella en francés y creo que sigue haciéndolo porque se conocieron en Estrasburgo, aprendió neerlandés inmediatamente y hasta “negoció” la boda en la lengua de sus suegros como nos explicaba el mismo con una sonrisa. Chapeau. Porque acudí a esa boda y fue un éxito en todos los sentidos.

Tengo la intuición de que el neerlandés tuvo algo que ver con su despegue. Cuando las bombas en Atocha segaron la trayectoria de España el 11-M del 2004 me llamó el tío de mi mujer, Dirk Tieleman, un periodista conocido en Flandes, para pedirme que interviniera en el informativo de la tele pública de su país para explicar la situación en España. Y yo le dije con sinceridad que no me sentía capaz de defenderme en neerlandés ante las cámaras, pero que conocía a alguien que lo haría de forma impecable. Dí el nombre de Amadeu y aquella noche pude ver en antena un enorme Altafaj que sin haber ejercido nunca antes de portavoz explicó la situación en aquellos momentos en España con una finura y aciertos envidiables: tranquilo, buscando las palabras en un neerlandés bastante bueno, con responsabilidad, sin una sola metedura de pata y muchos aciertos.

En aquellos momentos una nueva Comisión estaba en camino y los portavoces ya no podían ser de la misma nacionalidad que los comisarios. Eso complicaba las cosas, porque su gente de confianza la traían de sus propios países. Su intervención no pasó en absoluto desapercibida en Bélgica porque el belga Louis Michel, que había sido ministro de exteriores y pasaba a ocupar el puesto de comisario de Desarrollo y Ayuda Humanitaria lo eligió como su portavoz. Como no podía ser más con Amadeu, acertó, porque  siempre lo hizo igual de bien o mejor que ese día en la televisión flamenca. Consistente y bueno.

Quizás con un añadido perceptible a medida que tomaba confianza: un punto de carácter. Sobre todo cuando hacia frente a las preguntas más molestas en sala de prensa. Y las hubo especialmente cuando ocupó el que fue su siguiente puesto como portavoz de Olli Rehn, el de comisario de asuntos económicos. Un lugar difícil para exponerse cuando sopla un huracán, con vientos de 500 kilómetros por hora, sobre la zona euro. Algunas veces no pude evitar preguntarme cual sería la reacción del Amadeu periodista al Amadeu portavoz. ¿Cómo hubiera reaccionado Amadeu ante sí mismo? Habría sido un bonito duelo digno de ser presenciado. Cuatro millones de rayos y truenos en la sala de prensa entre dos primeras figuras, una en su estrado, y otro con su micrófono de periodista. Ambos firmes, imperturbables. Porque hay algo de flema británica en la solidez de Amadeu que le permite aguantar y enviar voltios y watios a la vez con la misma facilidad.

De hecho ni el más británico le igualaba. Torear a Amadeu nunca fue fácil. Y sino miren como dejó plantada aquí a la BBC ante la mala educación de uno de los contertulios.

Su carácter es una bendición, un tesoro para sus amigos. Recuerdo como se enfrentó a un periodista que quería quitarme el sitio en una cumbre antes de que yo llegara. Gracias Amadeu. Por cierto, esta es una foto en mi casa Bruselense a los pocos días de llegar. Ofrecí una comida a algunos corresponsales, entre ellos Amadeu. Que tiempos.

Bruselas Bienvenida

Él me dio la bienvenida entonces. Y yo desde entonces, le voy felicitando cada vez que las cosas le van mejor. Cosa que ocurre a menudo.

Como decía al principio, no veo mejor persona para los puestos que ha ido ocupando. Tampoco para este último. Seguro que lo hará bien. Aunque desde hace algún tiempo la representación de la Generalitat en Bruselas parece tener unos objetivos que me cuesta compartir. Nunca he hablado de temas políticos o nacionalistas con Amadeu, pero él mismo se ha posicionado públicamente.

Tras participar en la vía catalana recuerdo que durante una reunión del Ecofin Amadeu nos explicaba como preocupaba en Bruselas la inestabilidad política en Italia propiciada por Berlusconi en ese momento. Yo le pregunté si no preocupaba también el separatismo en España dada nuestra propia vulnerabilidad económica, en esos momentos de sobra superior a la italiana con un rescate bancario en curso y quién sabe si otro mayor detrás. Me sonrió y nadie repreguntó.

Quizás ese sea el único punto donde nos separa algo. Algo estupendo, por otra parte. Siempre estoy rodeado de amigos con los que discutir. Es el único camino para el aprendizaje. Y de Amadeu siempre aprenderé.

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