Sahaeddine Mezouar había llegado a París ayer domingo por la mañana, pero dudaba mucho. Tal y como ya había anunciado, el ministro marroquí de Exteriores no sabía todavía si participaría o no en la gran manifestación. Así que esperó. Observó. O mejor, observaron por él sus hombres. Escudriñaron cuidadosamente a los primeros manifestantes hasta que… encontraron la blasfemia. Las caricaturas “Blasfematorias” -según el comunicado oficial que posteriormente emitiría la embajada-. En esas condiciones, Rabat condena el atentado, pero no se manifiesta por la libertad de expresión. Claro, que otros dirigentes de países musulmanes – La Autoridad Nacional Palestina, Turquía, Túnez, Albania, Jordania (representada por su rey), Egipto, y Argelia- participaron sin tantas condiciones. Así que hay quien ya se ha puesto a rebuscar en el ocultismo. ¿Siente Mohammed VI la presión del discurso religioso de algunos en su país? Algún detalle podría sugerir esta teoría, como que el ministro enviado a París no iba, excepcionalmente, en nombre del rey, sino de Marruecos. La idea es salvar la cara real. Y es cierto que lo que decía literalmente el comunicado oficial es que “Marruecos estará representado por el ministro de Exteriores…”
Otros han descubierto otro cálculo en la jugada. Marruecos no puede ni quiere mostrarse insensible en un momento como éste con Francia , pero tanto es su enfado con el trato recibido por el Director de la policía secreta marroquí en tierras galas hace ya casi un año, que tampoco hay ganas de borrar de un plumazo la suspensión de la colaboración judicial y policial antiterrorista con París. Una guerra entre viejos “amigos/enemigos” que no contradice el compromiso general demostrado por el reino alauita en la lucha internacional contra el terrorismo. Aunque ahora España tiene una oportunidad para hacer valer (por fin) el valor real de las interconexiones pirenaicas haciendo de puente entre la ex Metrópoli y la ex colonia.
Sin embargo, como tantas veces ocurre, la explicación más simple podría también ser la buena. François Marie Arouet -más conocido como Voltaire- no nació, ni vivió, ni siquiera visitó Marruecos. Y aquella frase tan apócrifa suya de “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo” todavía no se entiende según donde («Je ne suis pas d’accord avec ce que vous dites, mais je donnerai ma vie pour que vous ayez le droit de le dire»). Por cierto, así lucía el “Boulevard Voltaire” de París ayer, durante la manifestación: La foto me la enviaron Alex y Julie, que la recorrían con su pequeña Lila en esos momentos. Lo que quería decir con todo esto es que me extrañaría mucho que Voltaire (1694-1778) tuviese una calle con su nombre en Rabat.
(Mi crónica sobre éste asunto, en Onda Cero con Carlos Herrera haciendo click aquí. A los 16 minutos 47 segundos, en el segundo bloque, “Parte 2″).