Sahaeddine Mezouar había llegado a París ayer domingo por la mañana, pero dudaba mucho. Tal y como ya había anunciado, el ministro marroquí de Exteriores no sabía todavía si participaría o no en la gran manifestación. Así que esperó. Observó. O mejor, observaron por él sus hombres. Escudriñaron cuidadosamente a los primeros manifestantes hasta que… encontraron la blasfemia. Las caricaturas “Blasfematorias” -según el comunicado oficial que posteriormente emitiría la embajada-. En esas condiciones, Rabat condena el atentado, pero no se manifiesta por la libertad de expresión. Seguir leyendo