«The Times They Are A Changin’ «. Bob Dylan, que no tenía las más mínima idea de macroeconomía, no iba sin embargo desencaminado. Sorpréndanse, pero Alemania dejará de copilotar el BCE cuando Draghi anuncie la esperada y masiva compra de deuda con la que combatirá los precios bajos. Pero los efectos del bálsamo de Fierabrás puede que duren sólo tres días, hasta que Atenas nos recuerde que una cadena se rompe por su eslabón más débil. Con Syriza, el euro entrará en la recta final de una semana de infarto.
Tras la “errática situación” como la ha llamado la Presidenta del FMI Christine Lagarde, causada por la decisión de Suiza de eliminar su tipo de cambio frente al euro, la moneda única ha subido con fuerza recuperando los 1,16 dólares a la espera de lo que ocurra este Jueves. Ese día Draghi se supone que ordenará que el BCE compre deuda masivamente para evitar una espiral inflacionista a la japonesa. Todo el mundo cree que va a ser una intervención sin precedentes. Pero con el previsible voto en contra del presidente del Bundesbank, Jens Weidmann. Es decir, que asistimos a un choque nunca visto antes entre Frankfurt y Berlín, que ve todo esto como una forma financiar a estados en dificultades, léase Francia e Italia, en vez de obligarles a hacer los deberes. Algo que va contra el Tratado.
A los mercados sin embargo les gusta la idea de que el BCE imite por fin a la Reserva Federal y al Banco de Inglaterra. Los más importantes cerraron el lunes con sus mejores ganancias desde el 2008. Pero habrá que verlos de nuevo el próximo lunes cuando Syriza gane las elecciones griegas, una formación que, como poco, plantea renegociar el rescate del país. Es lo que dicen al menos todas las encuestas, que van a ganar. Salvo que se equivoquen todas a una, la única incógnita es por cuanto.
En sólo tres días se puede pasar de la euforia al drama.
Y eso que aún no hemos mencionado el escenario de una salida de Grecia de la moneda única.
Con el euro, como con el tiempo, intentar hacer un pronóstico más allá de siete días se ha puesto muy, pero que muy difícil. Por lo menos esta semana.
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El laboratorio europeo 