La cultura judeo cristiana está tan omnipresente en el laicismo europeo que incluso la portada del número 1178 de Charlié Hebdo que hoy sale a la venta (¡con una tirada de nada menos que 5 millones de ejemplares!) incluye en su frontispicio “Tout est pardonné” (Todo está perdonado). Es un perdón no creyente, un perdón moral. Pero heredado, se quiera o no, de la religión.
El concepto del perdón es judeocristiano. Y quien dice judeocristiano dice también musulmán porque ven a Jesús como un profeta. Por creer, creen hasta en Moisés.
Como en el cristianismo, en el Corán el perdón lo da Dios (Allah) si te arrepientes sinceramente incluso mientras estás muriendo. En el judaísmo, aunque al no creer en Jesús la vieja ley judía del ojo por ojo y diente por diente no está abolida, el perdón judío no es muy diferente. «Amar a los demás como a sí mismo» es una gran mitzvá, una que se considera la base de toda la Torá (Shabat 31a).
Del perdón cristiano que les voy a contar que no sepan ustedes ya. A Pedro le inquietaba esto de tener que pasarse el resto de su vida perdonando, y pregunta a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano, cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le respondió: No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”(Mt).
En todo caso todas las religiones advierten de que el perdón no llueve del cielo. Todo puede ser perdonado, pero exige antes arrepentimiento. Incluso la palabra “arrepentirse” en árabe (tába) significa también “perdonar”.
Ayer, sin embargo, Charlie Hebdo perdonó sin que nadie le haya pedido perdón. Y esto es una enorme diferencia. Perdonó sin recibir nada a cambio. “Tout est pardonné”.
El laicismo preconiza la independencia del hombre, la sociedad y el Estado frente a todo tipo de influencia religiosa o eclesiástica. Este quiere ser por tanto un perdón no creyente. Es sólo la respuesta moral de una persona, una respuesta ética.Pero ojo, al contrario que el perdón religioso, el perdón sin Dios no aspira al olvido. Y no es lo mismo que reconciliarse. El mal hecho no desaparece y la responsabilidad del ofensor permanece, así como el derecho de hacer justicia en los tribunales. No borra la ley de los hombres. Porque luego no hay Dios alguno para hacer justicia.
Termino diciendo que la portada de Charlie Hebdo me parece IMPRESIONANTE. No sólo porque resume el perdón republicano, la moral laica, el camino recorrido desde el Renacimiento pasando por la Ilustración y la Revolución Francesa hasta nuestros días. Sino porque el hombre que aparece en la portada llorando es un hombre bueno. Como dijeron ayer los supervivientes de Charlie Hebdo al presentarla.