Frans Brüggen: un Furtwängler de época
14/01/2015
El pasado 14 de agosto murió el holandés Frans Brüggen. Como entonces no tenía Blog no pude rendirle éste homenaje. Ahora lo hago. Murió como van muriendo casi todos los mitos (Leonhardt, Hogwood…) que me han acompañado por ese camino de “Alicia en el país de las maravillas” en que se convirtió para mí el descubrimiento de la músia antigüa tocada con los instrumentos de su tiempo. Me voy haciendo viejo.
De todos, Brüggen era mi preferido. Su orquesta del siglo XVIII siempre me pareció poseer el equivalente al claro oscuro en pintura. El resto eran distintos a él… Hogwood era el puente entre la tradición y el movimiento historicista. Harnoncourt el que arriesgaba. Leonhardt el rigor. Gardiner, a gusto de todos. Kuijken la sabiduría en petit comité. Pero Brüggen era otra cosa. No parecía interesado en contentar a nadie, sólo a si mismo.
Tuve la suerte de poder atosigarle a preguntas cuando le hice esta entrevista en 1995 para la revista Amadeus.
Si hacen click en la imagen se ampliará e igual pueden leer algo, pero hay otras dos páginas. Algún día las transcribiré enteras en este blog.
Con su figura espigada y quebrada a un tiempo, Brüggen se erigió en lo que a mi me ha parecido siempre el Furtwängler de los instrumentos originales. No era la letra, era el fondo. Y ha conseguido ponernos los pelos de punta hasta hasta su último suspiro de vida con sus últimas grabaciónes, la de las últimas sinfonías de Mozart; o con su nuevo ciclo Beethoven.
En realidad Brüggen era un flautista reconvertido en director de orquesta. Si lo desean pueden hacer Click aquí . Disfrutarán.
Si han oído ya el video que les he propuesto, si han degustado esa extraordinaria Pavanne de Van Eijck, sepan que para mí Brüggen siempre hizo sonar su orquesta como si tocara la flauta travesera. Con el mismo fraseo. Cuando tengan tiempo, más tarde, hagan Click aquí y escuchen esta extraordinaria Eroica en directo…
Por cierto, todas las grabaciones de Brüggen con su orquesta son en directo. No había más trampa y cartón que algunos arreglos entre dos o tres sesiones de conciertos seguidas.
Cuando a mediados de los 90 hacía la sección “Los instrumentos originales” en el programa de Onda Cero “Taller de Clásica”, y colaboraba en “El aprendiz de Brujo” de Oscar del Canto en Radio Arganda, me costaba enormemente convencer a algunos de mis compañeros de lo renovadora e inteligente que era esta nueva forma de hacer. Entonces se escuchaban cosas como que los únicos músicos que tocaban instrumentos de época lo hacían porque eran demasiado malos para tocar en orquestas modernas. Que era una moda pasajera, un truco de marketing. Brüggen quizás los hubiera convencido si le escuchan explicarse como lo hace aquí (click aquí).
En el minuto nueve y 27 segundos dice: “Yo diría que la diferencia entre una orquesta actual y una orquesta de época es la misma que existe cuando se escucha una obra de teatro de Shakespeare declamada en antiguo inglés, con su pronunciación shakespeariana, y luego cuando la misma obra te la leen en alemán, holandés o cualquier otro idioma extranjero. Hay una diferencia dependiendo de si es su lenguaje original o una traducción. Y para eso necesitas instrumentos originales. Y los tenemos. Están en los museos y puedes hacer copias exactas…”. No es sólo lo que dice. Es como lo dice viendo el video.
Porque lo decía humildemente. Él nunca se paró en los instrumentos. Partía de ellos para hacer música de su tiempo escuchada por público de su tiempo. Hoy Shakespeare tampoco puede sonar igual que en el siglo XVI incluso recitado en inglés del más clásico teatro Shakespeare made in Britain. Como decía Berio, compositor contemporáneo -de esos que muy pocos contemporáneo soportarían- «más que un arqueólogo musical Brüggen era un gran artista».
Digo que era humilde porque sino, escuchen en la misma entrevista a partir de los 7 minutos 20 segundos: “Intentamos obtener el sonido de aquellos tiempos… pero sólo Dios sabe si es la verdad porque se han perdido tantas cosas para siempre… tenemos que vivir con ello. No puedo decir que estamos reproduciendo todo al 100%. Lejos de eso. Estaría contento si Haydn se sentara entre la audiencia y reconociese su propia música (ríe), no lo sé, sólo puedo esperar que sea así…”.
Quizás se lo pueda preguntar cuando se cruce con él allí, donde estén ambos. Sería bonito que hubiera música.
Si…. como pasa… 🙂 Abrazo gordo, amigote!
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