Quien soy

ondaceroFoto carne Jacobo 1 (427x640)Antes de empezar quiero tener unas palabras de agradecimiento para la empresa para la que siempre he trabajado, y que siempre me ha apoyado. Onda Cero no es para mí sólo un medio de vida. Es casi mi vida entera. Ya trabajaba en Madrid antes de ir a Bruselas. Y a pesar de las dos décadas y media transcurridas aún pienso en los que están (Paco, Elena, Julián, Ignacio, Jari, Carlos, Sabido, Nuria, Ester, Rovi, Paloma, Sergio, Belda, Mercedes, María, Eva…) y en los que se han ido (Nuria, Ana Cristina, Inma, Sonia, Pepa Sastre, Esquivias, Félix, Javier, Ángel, Cancho, Victor…) casi como en una familia. Creo que la radio, al menos ésta radio, es un medio raro, donde hay algo más que el mero trabajo, y quizás se comunique algo de esto a través de la antena. Ojalá sea así siempre. Desde aquí mi agradecimiento a los hados, que han permitido que la magia se mantenga.

Ahora si, me presento. Yo nací en Madrid, el 11 de agosto de 1967. Soy Leo por tanto y, aunque no leo el zodiaco, parece que reúno las características.

Pero esto no va de edades. Da igual los años que tuviera. Siempre he observado la realidad desde una esquina, da otra perspectiva. Y  he tenido cierta inclinación  a contar lo que veo detrás. A mi manera. No como notario de la actualidad, sino de la mejor forma posible para transmitir el fondo. Porque no hay nada sin fondo. Y no hay dos formas iguales de contar una misma verdad.

Me gusta la forma que tenía de decirlo Marguerite Duras: «Veo a los periodistas como obreros de la palabra, trabajadores manuales. El periodismo sólo puede ser literatura cuando es apasionado».

En el 2001 a alguien le debió gustar como mezclaba el fondo y la forma en el lugar más extraño para hacer este tipo de experimentos: la corresponsalía de Onda Cero en Bruselas. Porque me dieron el Premio europeo de periodismo Salvador de Madariaga por mi labor como corresponsal en Bruselas.

2001madariaga1

Poco antes, aunque los bombardeos de la OTAN en Kosovo extenuaron hasta el tuétano a toda la banda de corresponsales que estábamos entonces en Bruselas, tuve la ocurrencia de presentarme voluntario para ir al día siguiente a Kosovo para extenuarme un poco más y contar durante 12 días lo que ocurría allí sobre el terreno, y no desde los fríos cuarteles de la guerra a distancia.

Lo que vi y mis ganas de sacarlo fuera me hicieron comprender que había acertado con mi vocación de contador de historias. Por ejemplo: pueblos arrasados por los serbios en retirada que ametrallaban mujeres y niños a su paso e incendiaban las casas ante la atenta mirada de los militares de la OTAN que observaban desde una colina sin intervenir de acuerdo a sus órdenes. Las fotos son mías.

Pueblo Kosovo

Y luego ver, oír, sentir a las madres enterrando a sus niños cuando la guerra, se supone, que había terminado.

Madre Kosovo

Nada de esto salía en las agencias. Ibas al Cuartel General de la OTAN en Pristina y te decían «todo va bien, la retirada serbia prosigue sin incidentes». Nunca más asistí a aquellos briefings absurdos. Dormí en el coche o en tiendas de campaña durante todo este tiempo, sin ducharme, recorriendo la «provincia». ¿Sólo? No. Yo, mi traductor y un taxista a quien le pedí en Macedonia que quitara el cartel de taxi del techo del vehiculo y nos acompañara a cambio de algún dinero en efectivo. Olvidarlos hubiera sido una traición. Ellos eran yo mismo.

Traductor Conductor Kosovo

El coche iba lleno de latas de conserva compradas a «bote» pronto en Macedonia por lo que pudiera pasar. Improvisaba y tiraba pa’ lante. Aunque mi bisoñez y un punto de ambición tonta puso en peligro alguna vez mi vida, la del traductor y el conductor, pero esto son historias para los nietos que no voy a contar aquí.

Ojalá pudiera recuperar y mostrar en este blog algunas de mis crónicas emitidas entonces con aquel teléfono satélite  que pesaba una tonelada y se oía como si hablara en una cacerola -las tengo grabadas en viejas cintas de  casete que conservo- . Todo se andará.

Un día volví a Disneylandia -este mundo irreal en el que vivimos normalmente- para readaptarme a mi trabajo de corresponsal en Bruselas. Y mientras me metamorfoseaba de nuevo en un periodista normal que hace lo que puede para convertir tecnicismos en historias -que curioso, en Kosovo la historia misma se te zampaba de un bocado si no tenías cuidado- supe que me nominaron al Premio Cirilo Rodríguez por ese trabajo kosovar que empezaba a desvanecerse entre la rutina presente y el pasado evanescente. Quedé finalista. Primer finalista. El segundo finalista fue Alfonso Rojo. El ganador el cámara de TVE Evaristo Cañete. Dos personas con trayectorias bien superiores a la mía. Pero mientras recogía el segundo puesto -que era un premio en si mismo en plan medalla de plata- me sentía extraordinario. Era la satisfacción de haber sido escuchado. Y valorado.

Solana y yo 2

Una forma de enlazar ambas experiencias -la Bruselense y la Kosovar- fue hacer una entrevista a Javier Solana cuando años más tarde ya se fue de Bruselas tras pasar por el Consejo de la UE. La entrevista,  hecha para Onda Cero, también la publiqué en la revista Consejeros y el enlace permite leerla en parte.

Luego reinventé mi propia forma de ser corresponsal en Bruselas y contar lo que cuentan normalmente los corresponsales. Es decir, cosas del país donde duermen, y no sólo de la Unión Europea y sus instituciones. Aunque para ello tuve que escribir un libro. En realidad, hacía falta un libro para explicar lo que allí conté, la política belga, el nacionalismo, el país. Créanme, Bélgica es muy interesante, pero extraordinariamente compleja. Es una incomprendida, una metáfora, un laboratorio de Europa. En una crónica de 50 segundos es prácticamente imposible explicar algo de ese país sin caer en los tópicos. Para mi, poder hacerlo en cientos de páginas, poder jugar a ser corresponsal a la vieja usanza, en plan Herodoto, observando desde mi esquina y abriendo una ventana en España para que se asomen a 1800 kilómetros de distancia los que quieran echar un vistazo, fue un placer de esteta. El tema central del libro fue la locura nacionalista en Bélgica, y se llamaba «Belgistán. El laboratorio nacionalista». Urgar en este tema era una excusa para hablar ya del germen nacionalista en el resto de la Unión Europea aún antes de que Cataluña fuera protagonista. Europa ocupa de hecho la segunda parte del libro. Pero no se engañen. En realidad de lo que yo realmente quería hablar no es tanto de políticos y geografías, sino de nosotros. Que instintos nos mueven. Intentar descubrir porque somos más seres irracionales que racionales. En realidad decidimos con el corazón. Razonamos, pero casi siempre para justificarnos. Y lo mismo nos autoengañamos con las mentiras nacionalistas que con la última escaramuza en el trabajo o con las disputas privadas de familia.

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Por explicarlo en una conversación a  tres:

La empieza Albert Einstein:

– «El nacionalismo es una enfermedad infantil, el sarampión de la humanidad»

– «Claro -responde Pío Baroja- es que a una colectividad se le engaña siempre mejor que a un sólo hombre»

Entonces interviene Julio Cesar y concluye con la suficiencia propia de un emperador romano :

– «Señores: Los hombres creen gustosamente todo aquello que se acomoda a sus deseos. ¿No lo sabían acaso?»

Las frases son reales. La comedia es mía.

Mi libro tuvo la suerte que se publicó en Ariel, la mejor editorial posible para un ensayo de este tipo. Un abrazo a Francisco Martínez que confió plenamente en mi desde el principio y como editor me dio carta blanca. La revista Leer calificó el libro en Abril del 2011 de «libro del mes» junto a la obra de Juan Marsé «Caligrafía de los sueños».

Libro del mes Leer

El primer premio a éste libro fue tan simbólico como inesperado. Llegó cuando Presses Universitaires de Liége decidió traducir y publicar «Belgistán…» en francés en el 2014. En Bélgica. Si el libro de un extranjero pasa el ojo crítico de los propios belgas hasta el punto de traducirse y publicarse… pienso que he pasado el filtro más exigente. Para ello lo amplié, escribí un 25% nuevo, y revisé y actualicé el resto. Si alguien es capaz de leer francés, éste es el que debe comprar. Desde aquí las gracias a ese maravilloso traductor y buen escritor que es Antoine Billy -convertido ya en mi amigo- y a todos los que como Jerome, Didier o Cathy han hecho todo lo posible para que mi libro se venda en las librerías belgas hoy en día.

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El segundo premio de éste libro fue… pues un premio:

A

Lauréat 2016 du Prix de l’Enseignement et de l’Education permanente par le Parlement de la Fédération Wallonie-Bruxelles.

Certificado

Esto era con el nacionalismo en Bélgica. Pero como al final donde las dan las toman, es con el nacionalismo catalán como he publicado mis primeros artículos/ensayos en la prensa belga, aquí en De Standaard y en La Libre Belgique:

Antes había publicado éste otro en El Mundoescrito junto al profesor Sosa Wagner (fue un placer):

FOTO ARTÍCULO
Este artículo salió publicado en El Mundo el 22/09/2015

No sé lo que está por venir. Es cierto que a veces la TV se ha cruzado en mi camino…

Yo Tv

…pero puedo asegurarles que sobre todo habrá más radio. Que seguiré haciendo crónicas utilizando los sonidos como si fueran las fotos en prensa… y ojo, traduciendo los cortes de voz lo menos posible. (¿Por qué se traducirán tanto por encima? Es como ver una película doblada por un periodista…).

Así que mi vida profesional se ha pasado en éste medio «caliente» que es la radio…

Jacobo Carlos H

Hasta aquí mi primera vocación. La otra no es muy original: escribir -o mejor terminar- una buena novela.

¿Un hobby? La música clásica, sin duda, porque da forma a las pasiones sin forma. Con un buen amplificador a válvulas puedo sentir como las notas arrancan a la eternidad una parcela de tiempo antes de devolverla al mismo lugar.

¿Una pasión? Mejor tres: mi belga mujer, y mis dos hijos, «hispanobelgas».

Un abrazo y gracias por leer esta atropellada forma de hablar tanto de mi mismo. Algo por lo que debería pedir disculpas.

Discúlpenme, pues.

Jacobo de Regoyos Sainz – Enero 2015

12 respuestas a “Quien soy

  1. Paco Esquivias 7 enero, 2015 / 17:11

    Mucha suerte en esta nueva aventura. Que te sirva de mucho el encuentro con las nuevas tecnologías…..!. ABRAZO.

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  2. Jesús Sánchez 7 julio, 2015 / 22:15

    Querido Jacobs:

    Todavía recuerdo cuando llamabas para grabar tus crónicas desde Bruselas y decías «espera que paro la aspiradora». Fueron tiempos muy felices los vividos en la sede central del paseo del pintor Rosales. Os escucho con más interés, si cabe, que antes de trabajar con vosotros y sigo admirando vuestro trabajo diario.

    Te escucho otra vez, mañana.
    Salu2.

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    • Jacobo de Regoyos 8 julio, 2015 / 23:36

      Hola Jesús…. Aunque te parezca mentira creo que se de que dia hsblas… Gracias por escribir. ¿Como te va? (Pintor Rosales, q tiempos…)

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  3. Jose 17 julio, 2015 / 07:37

    Excelente periodísta y mejor amigo. Tantos años juntos, tantas ratos vividos, risas, lágrimas… Deseo lo mejor en esta nueva aventura y te mando un fortísimo abrazo desde San Sebastián, mi querido amigo.

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    • Jacobo 30 noviembre, 2015 / 13:24

      Cuídate mucho José. espero que vayáis bien… tanto tiempo… más del neecsario. Si algún día pasas por Bruselas, o por Madrid en navidades o semana santa llámame. 😉

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  4. Eliza Mackintosh 7 septiembre, 2015 / 14:46

    Hello Jacob, I am a journalist with Storyful. We are interested in licensing your footage of armored vehicles facing off with tractors at the farmers protest in Brussels that you shared on Twitter. Please email me at editor@storyful.com for more information. Kind regards, Eliza

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  5. Francisco García 22 febrero, 2017 / 11:53

    Señor de Regoyos:

    En sus interesantes intervenciones fadiofónicas utiliza usted de forma incorrecta y reiterada el llamado infinitivo viudo (infinitivo solo, no dependiente de un verbo principal): «Deciros, además, que ayer la bolsa…» «Añadir, por lo demás, que las tendencias alcistas». Es un uso incorrecto del castellano, además de feo, que en estos casos exige un verbo conjugado o uno principal: «Digamos además que…» / «Cabe añadir, por lo demás, que…».
    Gracias por su atención.

    Fco. García, oyente.

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    • Jacobo de Regoyos 22 febrero, 2017 / 11:56

      Gracias Francisco.

      Intentaré corregirlo.

      Sin duda que, sobre todo en tertulia, puedo cometer los errores comunes del habla común… y está bien si alguien me lo dice para intentar mejorar.

      Que tenga un buen día.

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  6. Francisco García 14 noviembre, 2018 / 21:16

    Estimado Sr. de Regoyos

    Con vergüenza le digo que soy el autor del mensaje de febrero en el que le afeaba el uso del infinitivo viudo. Con vergüenza porque… me equivoqué de colaborador de Onda Cero. No era para usted la leve recriminación. Le ruego me disculpe nueve meses más tarde.

    He sido consciente de ello al entrar hace unos minutos aquí en su blog para decirle que le oí hace poco mencionar su libro sobre Bélgica (Belgistán, el laboratorio nacionalista). Ni corto ni perezoso lo pedí, lo he leído y me ha parecido de sumo interés. Ya conocía bastantes cosas sobre lo que es ese país, que siempre me pareció un estado singular, hasta que gracias a usted he comprendido que es un estado… dual.

    Enhorabuena por lo informativo y ameno que me ha parecido. ¡Cuán poco conoce el ciudadano de a pie sobre este país de historietas, mejillones con patatas fritas y cervezas! Si la información de los medios de comunicación en general a menudo roza suavemente la piel de los asuntos, con su libro he tenido la sensación de surcar la hipodermis del «plat pays».

    Lo recomiendo especialmente a cualquiera que desee comprender, de rebote, algunos aspectos del conflicto catalán (que todavía no se había incendiado cuando se publicó el libro), por más que se trate de dos casos con conexiones si bien, en el fondo, bastante distintos.

    Lo dicho. Enhorabuena y muchas gracias.

    Fco. García

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  7. kierdopoulos207 16 julio, 2019 / 17:28

    Le quería felicitar por su libro » Belgistán » , magnífico . Solo me queda la duda de si no peca algo de optimismo cuando habla de España .

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    • Jacobo de Regoyos 16 julio, 2019 / 18:22

      Gracias por la felicitación.

      Pues quizás tiene razón… la locura que se ha desatado, hasta ese punto, parecía difícil de predecir.

      Quizás en España llevamos pecando de optimismo respecto al nacionalismo un poco todos desde hace algún tiempo… y no sé si eso va a cambiar.

      También, en este sentido los optimistas eran los independentistas, muy poco realistas, intentando convertir Cataluña en una especie de Flandes donde todo fuera homogéneo al gusto de sólo la mitad de la población. Pero está claro que ha sido malo para todos.

      Me alegro de que le haya gustado el libro.

      Un abrazo.

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